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15 mayo, 2018XI Semana de la Ciencia
16 mayo, 2018Todas las fotografías que apreciamos en este artículo han sido realizadas por los compañeros de 4º curso dentro de la asignatura de Tecnología de la Información y la Comunicación. Con ellas hemos ido aprendiendo a manipular imágenes de diferentes formas con diferentes programas, el principal es GIMP, este tiene un uso sencillo, es medianamente avanzado y podemos realizar diversas funciones como colocar una imagen 2D en 3D por ejemplo o bien realizar fotomontajes, en otro caso hay programas mucho más avanzados y complejos como bien es el Adobe Photoshop (de pago), con el que podemos hacer todo lo que nuestra imaginación quiere reflejar; desde una creación ya hecha y retocarla hasta un lienzo desde cero y rellenarlo al completo de lo nosotros queramos interpretar.
No solo se puede emplear el uso para actividades escolares, sino que hay gente que se gana la vida haciendo edición de imagen mediante pagos virtuales, es decir que es algo útil en nuestra vida diaria, en el momento más inesperado necesitaremos manipular cualquier tipo de imagen y nunca está de mal saber realizar cosas que luego nos servirán.
Al principio como cualquier otra actividad es complicada, hay que tener paciencia y llevarlo de la mejor manera posible.
Siguiendo el ejemplo de las manipulaciones de clase, no es todo abrir el programa en darle un click a una tarea para que la realice la máquina, tenemos que usar la imaginación y la lógica a la hora de usar cualquier herramienta. Inicialmente lo normal es que obtengamos un archivo poco vistoso o no bonito, todo lo hace la práctica, cuánto más practiques mejor te saldrán tus creaciones y más profesionales con el paso del tiempo.
Personalmente para mí, el diseño y edición de imagen es expresar cómo te sientes en el momento en que estás realizando algo, aunque un profesor te pida una tarea y la plasmes tal como la requiere no puedes interpretar lo que él ha pensado en su cabeza exactamente, tú eres quién le da el toque y quién cambia la visión final del proyecto.
Por Cristina Sánchez Sánchez