Recetas para la vida
27 enero, 2022Noticias de película
7 febrero, 2022"Crónicas marcianas" es una actividad de expresión escrita para trabajar la narración, la descripción y el diálogo. En ella, sus protagonistas son seres de otros planetas que, por diversos motivos, llegan al planeta Tierra y nos relatan sus impresiones sobre este planeta y los terrícolas. Unos lo pasarán en grande en la feria de Sevilla, pero otros sufrirán los experimentos de los científicos...
A continuación os dejamos una muestra de las tareas realizadas por el grupo de Lengua Castellana de 2º E.
Soy una splunk
Soy Blondie y soy una marciana del planeta Urano. Soy una splunk verde con ojos saltones negros y de un aspecto ovalado. Tengo los dedos delgados y huesudos. Mis padres dicen que soy una splunk muy alta y visto con un traje metálico que cubre todo mi cuerpo.
Todo comenzó en mi casa, estábamos comiendo y salté con mi repetitivo tema:
– En Krumtum todo es muy aburrido, sólo hay flops de babosas aéreas. Me voy del planeta, no aguanto más- dije enfadada.
– Pero, hija, no hay más planetas, a dónde vas a ir- dijo mi madre.
– ¡Ya los descubriré! -le dije a mi madre en tono cortante.
Después de comer me dirigí al garaje donde tenía mi último invento: mi nave interestelar. Y sin decirle nada a nadie me marché en busca de otro planeta.
Después de muchas lunas y satélites divisé algo a lo lejos, divisé una esfera de color azul gigante. Pero un sonido acabó con mi felicidad.
– Oh, por Paltrux, el combustible se ha acabado- dije asustada.
De pronto abrí los ojos y, mareada, vi muchas luces y sonidos raros de fondo y… ¡unos seres de los que nunca había oído hablar! Tenían algo largo en la cabeza, algunos tenían más y otros menos. Tenían la piel marrón, y otros blanca, ojos pequeños y bebían algo muy extraño . Veía una especie de naves donde éstos gritaban y reían y otros se resguardaban en unas casas y ahí bailaban. Algunos iban con trajes de lunares.
Salí de la nave y tenía mucha sed, me dirigí hacia un hombre que tenía muchas botellas.
-Saludos, terrícola, soy Blondie, ¿me podrías dar un poco de ese líquido? -dije tímidamente.
-Venga Juan, que no estoy de bromas, haz el favor, y prepara unas cañas y unas tapas de jamón que la gente tiene hambre – dijo el hombre.
-No soy Juan, pero gracias- dije.
Entonces levité el vaso con líquido amarillo y me lo tomé. El sujeto me miró raro, tiró la bandeja y salió corriendo.
Ese líquido me mareó un poco y entré a la casa donde había mucha gente. Vi a un sujeto que parecía hembra de mi misma altura.
-Hola, soy Carmen, ¿quieres bailar conmigo?- dijo la niña.
-Vale, yo no sé, pero si me enseñas…- dije.
Sonó una canción, que me dijo Carmen que era de un grupo llamado Cantores de Híspalis. Aprendí rápido a bailar ese baile que se llamaba “sevillanas”.
La tarde se me pasó volando hasta que… ¡mis padres me llamaron!
– ¿Dónde estás hija?- decían.
– Estoy en el nuevo planeta, se llama planeta Tierra, tenéis que venir- dije entusiasmada con la música de fondo.
Con el transportador y las coordenadas que di vinieron por fin. Después de esa noche, de cacharritos, bailes, líquido que marea…., ¡todos los años en abril, venimos a la feria de Sevilla con nuestro mantón de manila!
Inma Grande Jiménez
Un Planeta Algo Extraño
Hola chicos, hoy os voy a contar mi historia en el planeta Tierra. Antes de empezar a contaros mi viaje, me voy a presentar. Me llamo Chuerk. Soy azul, tengo los ojos negros y soy bajito. Estoy licenciado en Ingeniería Aeroespacial y además soy un aficionado a la astrología. El planeta en el que vivo se llama Urus y es todo agua y bastante extenso.
Todo comenzó un sábado a las 07:30 de la mañana, cuando me dirigía al trabajo y recibí un mensaje de mi jefe que ponía lo siguiente: “Ven al hangar 3 lo más rápido posible”. Cuando llegué estaba mi jefe y unos ingenieros al lado de una nave de unos ocho metros de largo y unos tres metros de ancho. Le pregunté a Marón, mi jefe, qué estaba ocurriendo y él me respondió: – Hemos encontrado un planeta con vida, necesitamos que vayas y cumplas las tareas que he escrito en este papel-.
Al montarme en la nave, una plataforma me elevó hasta la superficie, activé los motores y en menos de cinco minutos me encontraba en el exterior de la atmósfera de mi planeta. En la nave había una cabina con un asiento, una palanca de altitud y muchos botones. También había una cama, cocina, baño y taller, todo reducido a ocho metros de largo y tres de ancho.
En dos días me encontraba ya solo a dos galaxias de mi destino, entonces decidí mirar las tareas que debía hacer en el planeta. El papel decía: traer muestras de tierra, traer muestras de agua, traer a un ser vivo, recolectar materiales. No parecía difícil, además tenía tres meses para eso.
Cuando llegué al planeta, al entrar en la atmósfera, la nave parecía una bola de fuego. Aterricé en un desierto de arena, en aquel planeta, que a diferencia del mío, no estaba todo cubierto por agua. No había absolutamente nada, pero cogí un tubo de ensayo para tomar una muestra de la arena, a continuación puse la nave en modo terrestre y estuve avanzando hasta llegar a una especie de aldea. Eran casas de unos cinco metros de largo y cuatro de ancho. Me adentré en una de esas chozas; dentro de ella había tres camas, una fogata con una olla encima en el centro y un agujero como baño. Entraron cinco terrícolas de piel oscura y con lanzas, me echaron una red por encima con pesos en las esquinas, lo cual me impedía resistirme a salir. Me montaron en un automóvil, estuve allí dentro como cinco días hasta llegar a una especie de base militar, en la que estuve más de dos meses encerrado en una celda y fui estudiado por científicos. Conseguí escapar una noche, dejaron la celda abierta pero no fue fácil. Al forzar la puerta del edificio saltó una especie de sirena, la conseguí abrir pero al mira atrás me encontré con quince soldados con fusiles en las manos. Salí corriendo hacia la pista de aterrizaje número dos, me enganché a una nave que estaba despegando y al llegar a cinco mil metros de altura abrí la escotilla y tiré al piloto al vacío, me monté en el asiento y me dirigí hacia fuera de la atmósfera. Cuando llegué al espacio exterior la nave se paró, me bajé y ahora mismo me encuentro flotando en medio del espacio, atrapado esperando a que alguien venga a sacarme de aquí.
Rubén Ruiz Ruiz
El científico amable
Mi nombre es X-wix y vivo en el planeta 500-CA , el cual se caracteriza por sus grandes cascadas de agua. Nadie ha sido capaz de saber cuál es el nacimiento de estas cascadas, además de que sus aguas contienen corales tan venenosos que con solamente tocarlo morirías al segundo.
Me llamo X-wix pero suelen llamarme Wixy, soy de color morado pero mi piel va cambiando con mis cambios de humor, cuando me enfado suelo ponerme tan rojo que parece que voy a explotar, no soy un ser que suela enfadarse pero cuando lo hago, lo hago a lo grande. Tengo dos ojos ,que me permiten ver en la oscuridad. No tengo boca, mi cuerpo es grandote con puntos morados y tengo siete piernas con las que puedo correr muy rápido.
Desde que tengo conocimiento he querido ver el universo fuera de mi planeta. Pero no todo el mundo puede hacerlo, solamente los que tienen mucho dinero o lo ganas mediante un sorteo que hacen todos los años pero es muy difícil ganarlo ya que prácticamente participa todo el planeta. Pero hace poco todo cambió: ¡este año el ganador era yo! ¡No me lo creía ! Después de mucho tiempo intentando ganarlo, lo conseguí.
Ahora mismo estoy aquí, sentado en mi nave, redonda y tiene muchas luces, está totalmente equipada para que pueda pasar aquí los quince días que voy a estar viendo el universo. En 5,4,3,2,1 mi nave despegará y una oscuridad y muchas estrellas me rodearán; será precioso.
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Llevo tres días viendo el universo y me encanta. En este tiempo he visto planetas, mini planetas y hasta una aurora boreal.
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Estoy en el sexto día de viaje. Mientras dormía, algo me sacudió muy fuerte, me caí de mi cama y sentí como si estuviera siendo arrastrado por algo. Me costó mucho llegar hasta la cabina y cuando llegué, vi que mi nave estaba rodeada de fuego y un meteorito la estaba arrastrando hasta un planeta azul con manchas verdes donde se supone que viven humanos, una rara especie. Una vez uno de los ganadores de un sorteo vio una de sus naves, pero pudo activar la invisibilidad a tiempo .
Mi nave seguía cayendo, hasta que chocó con algo y paró. Mareado por el impacto salí de la nave. Miré a mi alrededor intentando orientarme pero no sabía dónde estaba , había unas cosas muy raras, largas que estaban rodeadas de hojas verdes.
Me adentré por este sitio extraño y llegué a una autopista, llena de naves con ruedas.
Entonces me puse en medio de la autopista para que alguien de una de estas naves se bajase a ayudarme. Pero todos las naves pasaban de largo o me esquivaban. Hasta que alguien se paró, pero al poder verme bien, chilló y se volvió a meter dentro. Sacó un aparato y habló con alguien. Minutos después estaba rodeado de otras naves con luces y muchas personas que intentaban acercarse. Tiraron una red y me metieron en una furgoneta. Me empecé a poner rojo del enfado que tenía aunque también tenía mucho miedo y no entendía lo que me decían, ya que no conocía ese idioma. Yo no estaba quieto y no paraba de gritar así que me pincharon un líquido transparente.
Cuando desperté, estaba rodeado de un montón de humanos vestidos de blanco. Todos se quedaron quietos y hablaban su idioma entre ellos.
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No sé ya cuántos días han pasado y lo único que recuerdo de las últimas semanas es que me han hecho muchas pruebas y análisis. Había un científico que parecía entenderme y era amable conmigo. Un día, tras muchas pruebas desagradables, aquel científico vino y me sacó de allí. No sabía lo que pasaba, él no quería que nadie nos viera así que me puso una manta y andamos por los pasillos hasta llegar a su nave con ruedas. Estuve mucho rato escondido hasta que la nave paró. Al bajar, me di cuenta que estábamos otra vez en el lugar en el que había caído mi nave.
No entendía nada, hasta que el científico habló mi idioma, diciendo que había pasado semanas estudiando mi lengua para poder hablar conmigo y sacarme de allí, además de haber arreglado mi nave sin nadie saberlo. Después de agradecérselo, monté en mi nave. No podía creerlo, iba a volver.
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Llevo tres días viajando por el espacio y por fin, lo veo de nuevo: MI PLANETA.
Gema Morillo Benítez