Tienes mucho cuento
17 febrero, 2022Día de Andalucía
2 marzo, 2022¿Te imaginas despertarte siendo cualquier otra cosa y tener que pasar un día entero en otro cuerpo? Los alumnos de 2º PMAR han fantaseado con qué pasaría, y nos han dejado historias tan interesantes como estas:
Mi vida siendo un móvil
Y un día me desperté y me noté muy rara, como si no fuese yo… Me levanté de la cama y lo primero que hice fue irme al baño a verme en el espejo, pero no llegaba y recordé que en la habitación de mis padres había otro.
No tenía manera de andar y tenía que ir saltando. Cuando llegué a la habitación y me miré, ¡vi que me había transformado en mi móvil!
Llorando como si no hubiese un mañana y dándole golpes al cristal, me llegó una notificación que decía que el hechizo acabaría en un día y tres horas.
Así decidí irme a mi habitación para pasar el día allí, pero escuché a mis padres y a mis hermanos buscándome por toda la casa. Yo gritaba tras el cristal: ¡Estoy aquí en mi móvil!
Pero no me oían y me quedé dormida. A la mañana siguiente, me desperté con la alarma del móvil y todo había sido un sueño.
Sheila Aranda López
Mi vida siendo un armario
Una vez me convertí en un armario y me pasaba el día de pie mientras la gente que vivía en la casa donde estaba metía su ropa.
Había ropa de todo tipo: hortera, fea, chulísima, antigua… Aunque lo que más me gustaba era un vestido largo negro, un bonito vestido largo y negro. Pero nadie lo cogía, así que cada vez que abrían el armario, lo dejaba caer (aunque sin suerte, porque nunca nadie lo escogía).
Un día, me cansé de tirarlo, ya pensaba que nadie lo cogería… Nunca, hasta ese día que me abrieron, lo cogieron y se lo pusieron.
Imagínate, ¡si era bonito sin poner, ¡cómo era puesto!
Rocío Peña Ponce de León
Mi vida siendo un balón de fútbol
Una mañana me levanté y vi que no tenía ni piernas, ni brazos ni siquiera cabeza. Era completamente redonda, así que imaginé que podría ser una pelota de fútbol… Al cabo de un rato, me miré al espejo y, efectivamente, ¡era una pelota!
Me puse muy contenta, porque a mí me encantan y empecé a saltar, pero tuve que parar, porque mis padres me estaban llamando.
Yo estaba gritando, – “¡aquí estoy!”-, pero no escuchaban… Justo entonces, mi padre vino a mi habitación y me cogió en brazos para llevarme al cuarto de los juguetes. Y pasaron dos largas horas esperando a ver si alguien me cogía, pero al final vino mi hermano a por mí para irse a jugar con sus amigos. ¡Me lo pasé muy bien y acabé mareada! Porque se llevaron jugando tres horas conmigo.
Luego, mi hermano me llevó a mi casa al cuarto de los juguetes. Me dormí y cuando desperté todo era un sueño.
Vanessa Ruiz Ceballos
Mi vida siendo un altavoz
Me llamo Ainhoa. Me desperté una mañana y fui al cuarto de baño para lavarme la cara, pero me di cuenta de que no tenía ni manos ni pies… Así que pensé en ir al cuarto de baño, como de costumbre y, cuando me miré en el espejo, ¡era un altavoz! Realmente, estaba muy rara y sentía que tenía que volver a la estantería para que no me viesen ni mis padres ni mi hermana.
Al rato, mi hermana cogió el altavoz en el que yo me había transformado, y, cuando la vi, me puse a gritar, pero no me escuchó y me cansé. Grité hasta que llegó la noche; tenía mucha hambre y quería volver a la normalidad… Hasta que me apagaron y me dormí.
Al día siguiente, me levanté, volví al cuarto de baño y… ¡por fin era yo!
Ainhoa Muñoz Ojeda
Mi vida siendo una mesita de noche
Una mañana me levanté y fui al cuarto de baño para lavarme las manos y la cara. Cuando me miré al espejo, vi que no era yo, que mi cuerpo había cambiado y no tenía ni pies ni manos. Me asusté mucho al verme así.
De repente, escuché una puerta abrirse, y era mi hermano que ya se había levantado y venía hacia el cuarto de baño. Me fui rápidamente para que no me viera y empecé a arrastrarme hasta su cuarto (que era lo que me pillaba más cerca). Me puse al lado de la cama y coloqué una lámpara encima de mí para que no sospecharan… Cuando vino, creía que esa mesita de noche en la que me había convertido era nueva. Pero yo no sabía cuánto iba a durar siendo este mueble, quería que se acabara ya esto, y mi hermano ya sospechaba, porque no me encontraba por ningún lado.
Pasaron las horas y, mientras él cenaba y yo tenía hambre, me entretenía viendo lo que había metido en mis cajones. Cuando terminó, vino y cerré los cajones muy rápido. Nos dormimos cuando apagó la luz.
A la mañana siguiente, me desperté y vi que no estaba mi hermano y pensé que se habría ido al colegio. Así que fui al baño para mirarme al espejo ahora que no estaba y ¡menos mal! Ya era una persona normal y corriente.
Sara Jiménez
Mi vida siendo un libro
Hola, me llamo Tomás, y vengo a contaros una historia muy extraña que me pasó:
Un día me levanté y era muy extraño, porque era un libro. Me levanté y no podía moverme. Era muy incómodo, y estaba muy apretado con los otros libros.
Yo intentaba gritar, pero nadie me escuchaba, así que me estaba poniendo cada vez más desesperado y más agobiado, hasta que el dueño de los libros me cogió para leerme.
Al principio, me puse muy feliz, porque creía que me había escuchado, pero no: me abrió, me puso por el principio de las páginas y empezó a leerme en voz alta. Pasaron horas y horas hasta que me terminó, me cerró y dijo: “¡Qué libro más interesante y divertido!”. Pero otra vez, me puso con los otros libros…
Pasé la noche pensando en la historia que había leído de mis páginas y después en cómo volver a ser. Pero me había leído y no sabía qué hacer porque ya no tenía manera de que me cogiese otra vez… Gracias a Dios, a la mañana siguiente, desperté y era yo.
Tomás Jiménez Vergara
Mi vida siendo un perro
Érase una mañana, que estaba durmiendo en casa de mi abuela y me levanté porque quería beber agua.
Cuando fui a coger el vaso de agua, vi que me había convertido en un perro. Entonces, empecé a chillar, porque no me gustaba la idea de ser un perro (sí me gustan los perros, pero no serlo yo…).
Me fui al baño a ver si era una pintura o un disfraz que me habían puesto para hacerme una broma, pero, al final, no lo era; creo que pasó porque me había comido una lata para perros de mi perrita sin darme cuenta pensando que era atún… Así que grité mucho y cuando dejé de hacerlo, se levantaron todos.
Les conté lo que me había pasado y cómo lo descubrí, decidieron llevarme al médico a ver si me podían devolver a mi estado. Por suerte, dijo que sí, que el efecto de la comida solo duraría dos días. Así que me quedé encerrada en mi casa, porque me daba vergüenza de que me vieran mis vecinos, y, al cabo de ese tiempo, volví a ser yo.
Claudia Carreño Alcántara
Mi vida siendo Puppy
Yo noté que me había convertido en un perro porque el día antes me echaron una maldición para volverme en algo diferente. Ahora me llamo Puppy y os voy a decir cómo fue mi día siendo un perro:
Me levanté por la mañana y mi dueña, Manuela, me bañó. Después, comí y me sacó a pasear al parque. En el parque, me encontré a mi amigo Lukas, que es muy simpático (siempre me divierto mucho con él), y estuvimos dos horas y media juntos; hasta que ya se estaba haciendo de noche y nos recogieron para estar otra vez mañana juntos.
Llegué a mi casa, me echaron de comer, y cuando terminé, mi dueña me dio una pelota para jugar con ella. Estuvimos bastante rato saltando y botando y, cuando terminamos, me dio una chuche. Y, al final, todos nos fuimos a dormir.
Fue un día bonito.
María Jara
Mi vida siendo un gato
Cuando me levanté esa mañana, me di cuenta de que no tenía ni manos ni nada. Así que me miré en el espejo para ver qué pasaba… ¡Y era un gato!
Esa mañana hice muy pocas cosas (porque, claro, era un gato). Luego, fui al frigorífico a por leche (pero no llegaba y tuve que saltar para poder cogerla). Más tarde, me acosté otra vez, y, por último, salí a la calle para volverme una vez fuera de noche.
Al final, comí y me acosté. Me tocaba esperar a que fuera el día siguiente para ver qué pasaba conmigo…
Afortunadamente, cuando me desperté, ¡por fin era yo!
Paola Rodríguez Sánchez